Veronica Esposito – LALT https://latinamericanliteraturetoday.org/es/ Latin American Literature Today Thu, 26 Sep 2024 05:32:11 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7 Intraducible: “Besa” https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/09/intraducible-besa/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/09/intraducible-besa/#respond Mon, 23 Sep 2024 13:02:10 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=36958 Nota del editor: En esta sección compartimos textos publicados originalmente por nuestra casa matriz, World Literature Today (WLT), ahora en edición bilingüe. El presente texto fue publicado originalmente en World Literature Today Vol. 98, Nro. 3 en mayo de 2024.

 

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El término besa, que se remonta a la época medieval, es una palabra pequeña pero con implicancias enormes para toda la sociedad albanesa tanto en la ley como en la literatura y en la historia. Y, en un mundo que a veces parece destruirse a sí mismo, tal vez esa sea la palabrita que esté a la altura de los desafíos que enfrentamos hoy.

 

Aprender un idioma, por lo tanto, no es solamente aprender el alfabeto, los sonidos y la forma de las letras, los significados, las reglas gramaticales y la estructura o el orden de las palabras, sino que también es aprender acerca del comportamiento de la sociedad y sus costumbres culturales. 

– Kadri Krasniqi

¿Una palabra puede ser el nexo que une a una comunidad cultural? ¿Dos simples sílabas pueden extenderse como plantas trepadoras a lo largo y ancho de un estado diverso y hacer conexiones que partan de un nivel imperial y lleguen hasta el día a día? Y, de ser así, ¿sería posible entonces arrancar esa palabra de raíz y plantarla en otro idioma?

La palabra besa del idioma albanés existe desde la época medieval, y es posible que sus orígenes como concepto social sean todavía más antiguos. Ocupó un rol central en parte de la literatura y las narrativas míticas más importantes de Albania. Incluso formó parte de eventos históricos a nivel mundial que se desarrollaron en tierras albanesas. En definitiva, es un concepto que toca la vida de muchas personas todos los días.

Besa (cuya traducción literal es “cumplir la promesa”) significa, en palabras del académico Kadri Krasniqi, “cuidar a los que lo necesitan, protegerlos y demostrar hospitalidad a cada ser humano al que uno se lo haya prometido”. La palabra está entretejida en el sentido mismo de la comunidad albanesa, según la mirada del académico Besmir Shishko, que escribe que “la besa incluye buenas costumbres relacionadas con las obligaciones para con la familia y las amistades, la exigencia de demostrar compromiso interno, lealtad y solidaridad a través de la conducta frente a los demás”.

Las distintas fuentes en general coinciden en que la besa surgió en parte debido a la incursión frecuente de invasores en el territorio de Albania a lo largo de la historia: en tiempos en los que cualquiera podía convertirse en refugiado de un momento a otro, tendría mucho sentido que se instalaran normas comunitarias con respecto a la hospitalidad, la protección y la solidaridad. Como doctrina jurídica, puede que la besa se remonte al siglo XIV, cuando los Estatutos de Scutari, un ordenamiento jurídico para la región (que entonces se conocía como Scutari), documentaron el concepto del juramento como parte del orden social. Desde esa época, la besa pasó de generación en generación como parte del Kanun de Albania, un conjunto de leyes consuetudinarias que rige en esas tierras desde el siglo XV. Más allá del ámbito jurídico, hay quienes piensan que es posible que la idea misma de la besa se haya originado en la Biblia cristiana, mientras que otros, como el destacado autor albanés Ismaíl Kadaré, consideran que precede al cristianismo. Con la apertura de la sociedad albanesa y la modernización en términos generales a lo largo de los siglos XX y XXI, el concepto empezó a perder gran parte de la incidencia cultural que tuvo alguna vez.

Un acto notable de besa que reaparece una y otra vez en la literatura relacionada con la palabra ocurrió cuando la población albanesa protegió a miles de judíos durante el Holocausto al dejarlos entrar en sus propios hogares y tratarlos como si fueran parte de la familia. Este acto quizá resulte todavía más destacable si se tiene en cuenta que, en esa época, Albania era la única nación en Europa en donde la mayoría de la población era musulmana. Ese país diverso consideró que era su besa proteger a los judíos dándoles identificaciones falsas y ocultándolos dentro de su hogar. Es un hecho de orgullo cultural que, según muchos testimonios, los albaneses se negaron de una forma tan tajante a asistir y ser cómplices de los nazis que no les entregaron ni a un judío durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la gran presión que ejercieron las fuerzas de ocupación para que les concedieran listas de nombres de personas de ese origen.

Décadas más tarde, durante las guerras de separación que ocurrieron cuando la antigua Yugoslavia se desintegró en distintas naciones después de la caída del comunismo, los albaneses volvieron a demostrar cuidado y hospitalidad para con aquellos que habían sido víctimas de terribles actos genocidas. El escritor Hamza Karčić recuerda la experiencia de besa que vivió cuando a los diez años se escapó del sitio de Sarajevo de Slobodan Milošević:

En mi caso, mucho antes de haber oído hablar del concepto de besa, mi familia y yo lo vivimos. Otras familias bosniacas que vinieron a Macedonia junto con nosotros, además de muchas que entraron de a mares al lugar en las semanas siguientes, también recibieron la besa de otras familias albanesas…

La besa de los albaneses hacia los bosniacos no fue una decisión tomada desde arriba. Surgió desde las bases, de persona a persona, como una respuesta humana al genocidio que estaba teniendo lugar. Y esa no fue la única vez que los albaneses actuaron de esta manera en el siglo XX. Es un testimonio del poder que tiene un código de conducta informal y un recordatorio de que efectivamente ocurren actos de una fe y una esperanza inmensas.

Más allá de las guerras, el concepto también apareció de manera significativa en la historia albanesa a través de la política. En un ejemplo de suma importancia, el concepto fue una parte fundamental del proceso de independización de Albania del Imperio Otomano; como lo explicó Bedri Muhadri en un artículo de Kosovo Online, “al conformar la Liga de Prizren en 1878, dieron su besa de luchar por la independencia de Albania contra el régimen otomano”. Muhadri también explicó que la besa es un factor que los políticos han tenido en cuenta como estrategia para lograr consensos entre la población acerca de propuestas de políticas importantes. “Cuando se buscaba la unidad de las masas albanesas para conseguir sus derechos legales y políticos, les dieron su palabra y, por ende, mediante la fe, crearon una confianza y una cohesión duraderas”.

Una de las instancias más antiguas del concepto de besa en la literatura de Albania se encuentra en la balada milenaria “La besa de Constantino”, que cuenta la historia de Constantino, el más joven de los doce hermanos de Doruntina, la única hija mujer. Constantino le promete a su madre que volverá a traer a Doruntina después de que ella se case lejos de su hogar y, a pesar de que Constantino muere en una guerra, ni eso es capaz de evitar que cumpla la besa que le hizo a su madre. Constantino efectivamente la trae de vuelta a casa y, en el punto culminante al final de la historia, las dos mujeres se dan cuenta de que Constantino volvió de entre los muertos por el bien de su hermana.

Esa balada, que se suele cantar en los casamientos albaneses, se convirtió en el tema de muchas obras literarias, especialmente de la novela de Kadaré llamada Kush e solli Doruntinën? (que literalmente significa “¿Quién trajo de vuelta a Doruntina?”, si bien Jon Rothschild la tradujo al inglés como The Ghost Rider, o El jinete fantasma, y al español como El viaje nupcial). Kadaré le agrega su propia floritura a la leyenda al situarla en el contexto de una historia procedimental en tiempos medievales y añadir al personaje del detective Stres, que debe resolver el misterio de cómo hizo Constantino para traer de vuelta a su hermana a pesar de estar muerto. En manos de Kadaré, la historia se convierte en una meditación acerca del nacimiento de la leyenda, los orígenes de la versión albanesa del cristianismo y la fuente de las leyes del Kanun.

Más recientemente, la leyenda de Constantino y Doruntina se transformó en un libro infantil bilingüe, Doruntina’s Besa (que literalmente significa La besa de Doruntina), publicado en el Día Internacional de la Mujer de 2021 por las Naciones Unidas. Lo destacable es que el libro aspira a objetivos feministas al darle la besa de la leyenda a Doruntina (que es la heroína de este libro) en vez de a Constantino. Tal como se dijo en el comunicado de prensa del libro, “Esta publicación busca enseñarles a los pequeños, los jóvenes y los adultos por igual que tanto niños como niñas traen la misma felicidad a la vida de las familias, y que nadie debería tener el derecho de tomar decisiones acerca del casamiento de las mujeres y niñas”. Es un ejemplo de cómo el concepto sigue teniendo incidencia cultural, siglos después de que haya comenzado a existir como parte de un código.

Los académicos Craig T. Palmer y Amber L. argumentaron que los textos literarios cumplieron un rol fundamental en la transmisión de la besa a lo largo de los siglos. Sostienen que la literatura fue de gran importancia para asegurarse de que el concepto mantuviera un valor cultural:

Los comportamientos prescritos en el Kanun no se transmitieron nada más de padres a hijos como unas simples instrucciones de cómo tenían que comportarse. Por el contrario, la tradición se volvió más interesante, y por ende más influyente, al transmitirse mediante cuentos, canciones y obras, y los comportamientos que incluían en general ponían énfasis en la importancia de mantener la besa de sacrificarse por los demás, tal como está prescrito en el Kanun. Whitaker (1968) explicó que “las canciones épicas tradicionales albanesas (këngë trimnijë) (…) revelan el Kanun de Lekë Dukagjini en funcionamiento”, y Mustafa, Young, Galaty y Lee (2013) observaron que el juramento de la besa de acatar el comportamiento social ordenado por el Kanun se “informa a través de narrativas culturales tan inmensas y tan específicas de la gente del valle que se han escrito libros enteros sobre ellas”. 

Si el argumento de Palmer y Palmer es cierto, entonces la traducción a otros idiomas de la literatura que se centra en la besa tal vez cumpla un rol trascendental en la expansión de este concepto a un nivel mundial. Pero la traducción de besa supone un gran desafío, en particular porque es una noción muy fluida y cambiante. En palabras del escritor y traductor Tom Phillips, “es una cualidad, una obligación, un obsequio, pero también puede significar una tregua, un refugio, protección, paz. No es nada de eso por sí solo, y es todo eso junto; existe en donde esos conceptos se superponen o, como la argamasa de un muro, en los huecos que hay entre ellos. (…) Besa tampoco es un concepto necesariamente fijo: su definición está abierta a discusión; podría decirse que depende de cada caso”.

En un mundo criticado tan a menudo por ser demasiado transaccional y basarse más en relaciones económicas que en relaciones apoyadas en buenas costumbres humanas que promuevan la comunidad y la conexión, y también en un mundo que a veces parece destruirse a sí mismo, parecería que besa tiene mucho que ofrecer. Tal vez lo mismo que lleva a Phillips a afirmar que besa le escapa a la traducción (es decir, su flexibilidad y su naturaleza múltiple) es lo que hace que sea tan pertinente para los desafíos que afrontamos el día de hoy. 

 

Oakland, California

Traducción de Sofía Yáñez

 

 

Foto: ink drop / Stock.adobe.com.
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Sentir el pulso con una mano colectiva: la nueva camada de escritoras latinoamericanas https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2023/12/sentir-el-pulso-con-una-mano-colectiva-la-nueva-camada-de-escritoras-latinoamericanas/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2023/12/sentir-el-pulso-con-una-mano-colectiva-la-nueva-camada-de-escritoras-latinoamericanas/#respond Fri, 01 Dec 2023 13:01:11 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=28980 Nota del editor: En esta sección compartimos textos publicados originalmente por nuestra casa matriz, World Literature Today (WLT), ahora en edición bilingüe. El presente texto fue publicado originalmente en World Literature Today Vol. 97, Nro. 2 en marzo de 2023.

Con este número, nos complace iniciar una nueva colaboración con la Residencia de Traducción Literaria, a cargo de la profesora Daniela Bentancur, del Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández” de Buenos Aires, Argentina. Este texto fue traducido del inglés al español por María Victoria D’Ercole, graduada de la residencia.

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Guadalupe Nettel, Samanta Schweblin, Mónica Ojeda y otras escritoras latinoamericanas abordan temas que interpelan, en particular, a un público femenino y joven —la autonomía corporal, la redefinición del género, la intervención de Internet en la identidad y los roces con lo existencial— de maneras similares: adoptan las convenciones de los géneros literarios del terror y del true crime y las tuercen con fines literarios.

A lo largo de la última década, aproximadamente, una nueva camada de escritoras latinoamericanas emergió en la literatura traducida al inglés. A pesar de que cada escritora logra distinguirse por mérito propio, esta camada comparte suficientes temas, abordajes y estilos como para llamarla una “escuela” o, incluso, un “movimiento”. Tienen en común la violencia misógina que invade la vida de las mujeres latinoamericanas; la autonomía corporal, especialmente en relación con el acceso al aborto; la constante definición y redefinición del género; la cultura de Internet y cómo interviene en la identidad y la condición de persona, y los roces con lo existencial. Estas escritoras responden a estos temas de maneras similares; la más notable, adoptar las convenciones de los géneros literarios del terror y del true crime [crímenes reales] y torcerlas con fines literarios. Su literatura interpela particularmente a un público femenino y joven, y estas autoras parecen estar sintiendo con una mano colectiva el pulso de sus lectoras.

No puedo decir que tengo una lista exhaustiva de las escritoras de este grupo; sin embargo, puedo nombrar a aquellas que, para mí, se destacan en este momento, entre las autoras traducidas al inglés. Sin seguir un orden específico, la lista incluye a Guadalupe Nettel, Samanta Schweblin, Mónica Ojeda, Fernanda Melchor, Liliana Colanzi, Cristina Rivera Garza, Valeria Luiselli, Nona Fernández y Lina Meruane. Sin duda, hay más escritoras trabajando en español en la actualidad, al igual que hay otras emergiendo en la literatura traducida al inglés.

Un buen ejemplo de la novela prototípica de este grupo de escritoras es Mandíbula, la novela de la ecuatoriana Mónica Ojeda que se publicó en 2018 en español y en 2022 en inglés, con el título de Jawbone en la traducción de Sarah Booker. Cuenta la historia de una profesora de una escuela de élite para chicas de clase alta que se vuelve loca, secuestra a una de sus estudiantes y la somete a experiencias de terror corporal. En un plano, el libro capta muchas de las preocupaciones principales de las escritoras latinoamericanas como Ojeda (la autonomía corporal, la socialización de las chicas dentro de la sociedad latinoamericana, los terrores mentales y físicos perpetrados contra las mujeres del continente), mas, en otros planos,  también comunica aspectos que no son exclusivos del contexto latinoamericano, ya que el libro habla idiomas comprensibles para mujeres jóvenes de todo el mundo desarrollado. Específicamente, Ojeda habla el idioma de los podcast de crímenes reales, las series que se transmiten en plataformas de streaming, las creepypastas y el mundo de la terapia. Con respecto a algunas de sus influencias literarias, Ojeda me dijo: Tengo debilidad por los documentales de crímenes reales. No me gusta que me gusten, porque me hacen muy mal, pero sigo volviendo a ellos. Y las creepypastas, por supuesto. No todas, pero muchas son muy pero muy poderosas”.

Uno de los aspectos más impactantes de Mandíbula es que se lee como una especie de podcast de crímenes reales o una creepypasta: ¿conoces la de la profesora que se volvió loca y torturó a su propia estudiante? Dialoga con los medios con los que las mujeres jóvenes del mundo se sienten interpeladas, lo cual le otorga una aceptación que trasciende su contexto ecuatoriano. Si bien Mandíbula parece algo pasajero, también conecta con aspectos muy arraigados en la tradición latinoamericana. Por ejemplo, el libro incluye capítulos que se leen como si fueran transcripciones de una sesión de terapia de uno de los personajes principales: los personajes están indicados con sus nombres pero las preguntas del doctor no están incluidas en la transcripción. Este estilo remite a la poderosa escritura psicoanalítica que fue un aspecto central de la literatura latinoamericana del siglo veinte, que evoca a Manuel Puig en particular. Además, la mención de que la controvertida organización católica Opus Dei está involucrada en el colegio entreteje un aspecto político, que mantiene a la novela fiel a la tendencia de los autores latinoamericanos a dejar que la política inunde su narrativa de maneras inesperadas y sutiles. También evoca a escritores latinoamericanos canónicos como Roberto Bolaño, quien sacó a colación los escándalos de abuso sexual, la misoginia y los supuestos lazos del Opus Dei con dictaduras de derecha.

La obra de la escritora mexicana Guadalupe Nettel abarca temas que se superponen con los de Ojeda (infancia femenina, psicoanálisis, el dilema de estar en un cuerpo) con su propia puntada del terror y lo gótico. Por ejemplo, su novela publicada en 2011, El cuerpo en que nací, traducida al inglés en 2015 por J. T. Lichtenstein con el título de The Body Where I Was Born, adopta la forma de una mujer que le cuenta a un terapeuta sobre su traumatizante infancia (ver WLT, enero 2016, 65). “Quizás en eso radique la verdadera conservación de la especie, en perpetuar hasta la última generación de humanos las neurosis de nuestros antepasados, las heridas que nos vamos heredando como una segunda carga genética”1. La narradora relata una vida vivida con una cicatriz en la córnea: cómo esa marca diferencial impactó en toda su vida y cómo logró aceptar esa herida congénita.

Al igual que con Ojeda y otras escritoras de su escuela, el contexto político del periodo influye en la infancia de la narradora. La narrativa de Nettel implica al caos político que tuvo sujeta a Latinoamérica durante las décadas de 1960 y 1970, como la infame masacre de estudiantes de Tlatelolco en México en 1968 y la desastrosa dictadura de Pinochet en Chile. Nettel también saca a colación el terremoto de 1985 en la Ciudad de México, un momento decisivo y un punto de inflexión dentro del largo y lento proceso de salida de la dictadura unipartidista hacia la democracia pluralista.

Al igual que el libro de Ojeda, el de Nettel trata de cómo se les enseña a las mujeres, durante la infancia y la adolescencia, a ser el género sometido y de la propia lucha de la narradora para ser libre y habitar su cuerpo como un ser autónomo. El título del libro viene del poema Song, de Allen Ginsberg, que dice: “I always wanted / to return / to the body / where I was born”2. Para la narradora de la obra de Nettel, adueñarse del cuerpo en donde nació, aunque esté desfigurado a causa de una cicatriz debilitante en una córnea, equivale a aprender a vivir como una mujer independiente en un mundo que le enseñó una y otra vez a ser dependiente y a no ser libre. Es una lucha ya conocida para las mujeres, adultas o adolescentes, de Mandíbula, de Ojeda, y es un tema recurrente en toda la obra de Nettel. Por ejemplo, su libro de cuentos Historias naturales, traducido al inglés por Lichtenstein en 2014, documenta de manera similar la lucha de las mujeres para encontrar su propia definición de libertad, a pesar de que las relaciones heterosexuales las sometan a distintas amenazas misóginas. Al igual que en su novela, en estos cuentos, Nettel reduce la narrativa a lo más básico, lo que le permite concentrarse más en las emociones, la desmoralización y la confusión que viven las mujeres de su obra mientras intentan entender su situación y, finalmente, tener algo de control.

Si Ojeda nos acerca a la situación existencial de las mujeres latinoamericanas y Nettel nos acerca aún más, entonces, tal vez, no haya escritora latinoamericana mejor que la argentina Samanta Schweblin para tener el valor de hacer que el lector quede inmerso, de una manera muy intensa, en ese estado de peligro y de confusión respecto de la existencia en el que viven las mujeres. Lo más impactante de los relatos de Schweblin es que suelen situarse entre el realismo y la alegoría: dan suficiente detalle como para no clasificarlos como mitos o fábulas, pero no dan para nada la cantidad de detalles necesaria para comprender completamente la realidad en la que viven sus personajes, que sí se da en la típica ficción realista. El resultado es que, cuando leo a Schweblin, siempre siento, con mucha intensidad, un gran apego al mundo de emociones y sensaciones de la protagonista, ya que esa suele ser la mayor parte de lo que Schweblin le da a la lectora o al lector para aferrarse. Como es de esperar, ese mundo se caracteriza por los estados de exaltación extrema, los momentos de crisis y los momentos en que la mente y el físico llegan al límite. No me sorprendería enterarme de que leer a Schweblin me eleva muchísimo los niveles de cortisol.

La manera particular de narrar de Schweblin da como resultado relatos que se perciben como versiones extrañas, diferentes y originales de las preocupaciones ya conocidas entre sus pares feministas. Por ejemplo, su cuento “Olingiris” gira en torno de una queja común para las mujeres de todas partes: la norma social que impone rituales y prácticas para que las mujeres no tengan vello corporal. Pero Schweblin se adueña de esa queja de una manera particular y propia: en el relato enmarcado del cuento, a las mujeres se les paga por dejar que un grupo de otras mujeres, que empuñan pinzas de depilar, les quiten el vello corporal mediante un método atroz y sin explicación alguna, y lo recolecten. “Mujeres desesperadas” se centra en una mujer que intenta calmar el dolor emocional que le causó el abandono de parte de su marido y que, al mismo tiempo, tiene un encuentro extraño con una mujer mayor que ella en medio de los lamentos de otras mujeres también abandonadas. La novela de Schweblin publicada en 2014, Distancia de rescate, traducida por Megan McDowell con el nombre de Fever Dream (2017), es, en esencia, la historia de dos madres que intentar aceptar la constante posibilidad de que sus jóvenes hijos pueden morir, pero narrada a través del delirio febril, al cual hace referencia el título en inglés, de una mujer que sucumbe lentamente a la muerte.

A pesar de que las realidades políticas que se amalgaman en la obra de Ojeda y de Nettel podrían parecer menos evidentes en los extraños mundos de Schweblin, algunos acontecimientos de la vida política de Latinoamérica sí se hacen sentir en las historias que ella cuenta. La propia Schweblin dijo que Distancia de rescate está basado en las consecuencias del uso extendido de pesticidas tóxicos en su país natal, Argentina, a los cuales se los relaciona con las enfermedades y la muerte de los habitantes de los pueblos alcanzados durante su utilización y que son necesarios para el rol de Argentina como productor principal de soja dentro de la economía global. Su libro de cuentos de 2015, Siete casas vacías, traducido por McDowell como Seven Empty Houses (2022), hace referencia a la misoginia extendida que condujo a epidemias de femicidios en naciones latinoamericanas. Uno de los epígrafes del libro viene del poema “La desaparición de una familia”, de Juan Luis Martínez, cuya interpretación más común es que alude a la violencia politizada que aplicaron los gobiernos latinoamericanos sobre los ciudadanos comunes durante el siglo XX.

Estas tres escritoras (y muchas de sus colegas, cuyas obras no puedo analizar en detalle por cuestiones de espacio) están llegando por su cuenta a territorios superpuestos de maneras que parecen significativamente similares, a pesar de la originalidad que cada una le otorga a su obra. Ellas invocan una idea generalizada sobre la condición de la mujer, una idea que se instaló en la clase media y la clase alta y que se divulgó a través  del cine, la televisión, la música, Instagram, la publicidad y tantos otros medios de comunicación. Si bien invocan esa idea de una manera profunda y real, en particular para la cultura e identidad latinoamericanas, sus historias también son relevantes para cualquier mujer que haya tenido en la vida cierto nivel de estabilidad y comodidad material. Por ejemplo, que Ojeda incorpore en su novela Mandíbula el folklore del terror de Internet y que Schweblin incorpore en su novela Kentukis la intranquilidad extendida sobre las formas en que nos conectamos en las redes sociales les dan a estos libros amplitud y relevancia como literatura contemporánea mundial.

Para los protagonistas y antagonistas de estos relatos —en su mayoría, mujeres—, el mundo no es un lugar propio: se esfuerzan por mantenerse a flote y aprenden las reglas de sus mundos a través de pruebas de fuego. Por lo general, esos mundos suponen algún nivel de peligro, cuyos límites las protagonistas tratan constantemente de definir, incluso mientras persiguen los significantes de la normalidad que se les trata de imponer, como embellecerse, encontrar amor duradero y seguro, criar hijos y tener vidas llenas de bienestar y estabilidad. Si a Ojeda, Nettel y Schweblin las interpela el mundo del terror, de lo político y de los cuerpos, y encuentran sentido en ellos, y si esas realidades tienen eco no solo en el contexto latinoamericano, sino también en otras partes del mundo, es tal vez porque están en contacto con una cualidad inherente a ser mujer en los comienzos del siglo XXI.

Como me dijo Ojeda: al escribir a través de la lente del terror, ella logra escarbar y escarbar hasta llegar a lo básico, que es la clave para escribir obras que tengan mayor alcance. “Creo que todos conocemos el miedo tanto como conocemos el amor. Tememos porque amamos, tememos porque somos frágiles, tememos porque todos nos vamos a morir. El amor es hermoso y fuerte y, sin embargo, es vulnerable como una flor. ¿Qué puede hacer una flor contra todos los peligros del mundo? Entonces temblamos, tratamos de proteger a la flor porque es muy delicada, muy preciosa. Escribir terror hace que una piense en esas cosas y que vuelva a los mitos y a los símbolos, algo que me encanta”.

Traducción de María Victoria D’Ercole
1 Cita de El cuerpo en que nací, de Guadalupe Nettel. [Nota de la traductora]
2 Traducción de Tom Maver: “[…] lo que siempre quise, / regresar / al cuerpo / en donde nací”.

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Foto: Guadalupe Nettel, escritora mexicana, por Mely Avila.
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