Hernán Vera Álvarez – LALT https://latinamericanliteraturetoday.org/es/ Latin American Literature Today Wed, 25 Sep 2024 03:35:35 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7 La vida papaya en Nueva York, de Ulises Gonzales https://latinamericanliteraturetoday.org/es/reseñas/la-vida-papaya-en-nueva-york-de-ulises-gonzales/ Wed, 25 Sep 2024 03:35:35 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?post_type=book_review&p=36759 Miami: SED Ediciones. 2024. 208 páginas. 

La vida papaya en Nueva York, de Ulises Gonzales
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En un momento de La vida papaya en Nueva York, el escritor Ulises Gonzales recuerda las estrofas de un jingle: “venga, venga el sabor de Inca Kola, que da la hora en todo el Perú, la hora Inca Kola…”.  La canción anudada a ese producto, un dudoso brebaje sabor chicle, comprado por una empresa multinacional, lo transporta a su Lima natal y a una primera juventud desaparecida. 

Hay en ese viaje nostálgico una cantera de historias que serán eco de otras vividas en tierra estadounidense. A poco de empezar este libro de crónicas y ensayos personales queda claro que Lima es el pasado al igual que tantas otras calles de la ciudad de New York: el que recuerda es ahora un hombre maduro –Gonzales llegó a Estados Unidos en noviembre del 2000–, alguien que, confiesa, escribe para entender, “para verlo más claro”.

¿Y qué es lo que puede ver más claro? Por un lado, el testimonio de una educación sentimental noble estimulada por el mito de una ciudad que siempre se transforma, aunque deduzcamos que el esplendor contracultural se apagó décadas atrás; por otro, la potencia de una vida creativa. 

Estos textos de no ficción se leen como una novela donde el protagonista, junto a una galería de personajes, transita por distintas realidades. Para el caso, la representación de su país está asociada a un sector de la población que trabaja incansablemente para pagar colegios privados, cobertura de salud, que dedica gran parte de su tiempo a batallar contra un sistema que los quiere expulsar: 

Se me ocurre que la clase social peruana no sólo explica montos de dinero en las cuentas, sino más bien las posibilidades de mantenerse a flote: las oportunidades, la educación, las palancas para abrir puertas y conseguir trabajos, cierta facilidad en el plano social para ocupar puestos públicos y para gobernar.[…]. “Clase media”, en el mundo, puede referirse a tantas cosas. Depende del país, de la ciudad, incluso del barrio. En el Perú, ese término también abarca a sobrevivientes, a quienes, casi sin dinero, se agarran con las uñas a ciertas condiciones de vida. 

En contraposición, emerge el mito de Estados Unidos donde todo es posible. Y New York siempre es una promesa que solo pide a cambio otra especie de sacrificio: uno que tiene mucho de esperanza tangible. Aunque en Lima había publicado algunos textos, Ulises Gonzales se hace escritor en tierra extranjera. Quiérase o no, en esta realidad se alinea la narrativa del sueño americano. 

“Cada uno de los textos reunidos es una huella estimulante del viajero que en el deambular existencial la deja como si fuera un retrato de la época que le tocó en suerte”

Sin embargo, en la aventura de los sinsabores y logros no hay vanidad. La única respuesta a los años difíciles es salir adelante: 

Mi primer trabajo consistía en abrir la tranca eléctrica de un estacionamiento, en un edificio de consultorios médicos en White Plains. Después me contrató Andrew, un gordo bueno te de apellido italiano, al que se le caían los pantalones cuando corría a estacionar los autos y se le veía el poto. Trabajé para él hasta el 2015, estacionando carros, metido en una pequeña caseta dentro del club de golf más antiguo de los Estados Unidos. Los viernes empezaba a trabajar a las 8 de la mañana. Me levantaba en Brooklyn a las 4 para poder tomar el metro y luego el tren de cercanías que me llevaba a White Plains. Desde White Plains tomaba un autobús hasta Elmsford, a la esquina de White Plains Road con la Interestatal 287. Desde ahí caminaba 15 minutos hasta el club de golf.

La vida papaya en Nueva York tiene un estilo que se afirma en contarlo todo, que marca su propio ritmo que es sereno y reflexivo, tal vez ideal para una ciudad delimitada por vivencias íntimas: “Fui un tipo muy inseguro hasta que nacieron mis hijos. Ellos me hicieron mejor persona”. 

Cada uno de los textos reunidos es una huella estimulante del viajero que en el deambular existencial la deja como si fuera un retrato de la época que le tocó en suerte. La escritora española Sara Cordón reflexiona: “Para Ulises Gonzales, New York no es la estereotípica gran manzana, sino una fruta desmesurada, carnosa, hispana. Una ciudad compleja y hostil a la que consigue sacar el jugo, haciéndola más leve, más deliciosa y disfrutable: más papaya”.

 

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Fuera de lugar de Pablo Brescia https://latinamericanliteraturetoday.org/es/reseñas/fuera-de-lugar-de-pablo-brescia/ Sun, 13 Feb 2022 15:19:19 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/book_review/fuera-de-lugar-de-pablo-brescia/ Nueva York: Sudaquia Editores. 2021. 158 páginas.

Fuera de lugar de Pablo BresciaParte de la mejor literatura argentina se ha escrito en el exterior: Julio Cortázar, Manuel Puig, Copi, Juan Rodolfo Wilcock, Sylvia Molloy, entre tantos otros autores, forman una diáspora que coquetea con una mirada internacional cruzada con la vernácula, la que incluye el desenfado, la experimentación y cierta malicia criolla. Lejos de padecer la condición de expatriado, los escritores argentinos generan que esa descolocación se vuelva un patrimonio cautivador, personal al extremo. A través de los años esa tradición sigue vigente.

Pablo Brescia vive en Estados Unidos desde 1986. Llegó en la adolescencia y aquí entonces estudió en la universidad y desarrolló una carrera como profesor, crítico y escritor de ficción. Brescia, consecuente a esa tradición argentina, es un desubicado, alguien fuera de lugar, ya que pese a los años y la vida transitada en tierra extranjera, es un autor que, sin rechazar la cultura norteamericana, también echa raíces con la de su país natal. Como prueba está la prosa que, a diferencia de otros autores hispanos, es clara, limpia, no produce una barrera entre el lector y la trama. Muchas de las historias de su nuevo libro se afincan en Estados Unidos, aunque el autor no juega a ser el escritor Daddy Yankee; no se hace el latino ni abusa de lugares comunes o estira la lengua entre el español e inglés hasta hacerla un chicle lingüístico que seguro puede hacerle ganar becas y paneles en universidades de prestigio, pero que sería una afectación artística, una operación que muchos en este país actúan: trabajan de autores de minorías. Brescia, en tal caso, es minoría de una minoría: hispano y argentino, proviene de una comunidad que, aun cuando ha tenido en Estados Unidos figuras de talento en la cultura, siempre es como que se mantiene al margen por elección propia.

Los personajes de Fuera de lugar padecen esta condición aunque sin quererlo, es el sistema el que decide relegarlos sin piedad. Así lo muestra la primera historia del libro, “Realismo sucio”, en que las mujeres de limpieza son las protagonistas. El personaje llamado Marina en cada habitación de hotel que trabaja se le va la vida y, en unos muchos casos, hasta peligra, ya que los viajeros que depositan sus huesos en esos colchones duros de sábanas húmedas son tipos peligrosos, marginados sin ética, también desubicados por más que sean anglosajones y ciudadanos estadounidenses. Esas mujeres de limpieza que escuchan cumbia y muestran sonrisas de pocos dientes se sumergen en la cotidianidad de un país de pies de barro, que deja a sus trabajadores al costado de una vida precarizada y donde ganarse un magro cheque solo es un eslabón más en la cadena de infortunios y desigualdades. Son trabajadores pobres: América Latina en Estados Unidos.

El hotel, que es una postal que acompaña las carreteras pavimentadas de sueños y amarguras del imaginario norteamericano, se entremezcla con otras historias en que el espectro del desencanto pasa rápidamente a la aventura como quien va de un cuarto a otro.  En esos desplazamientos podemos advertir el tema del exilio como eje temático, clave para adentrarse en la literatura de Brescia.

La descolocación se mueve a otros escenarios como Tánger, México y Europa, pero se amalgama con personalidades que ya son marcas culturales: el “Che” Guevara, Augusto Monterroso, Italo Calvino, Gabriel García Márquez. Fuera de lugar tiene dos secciones: “Lugar” y “Afuera”. En ellas los relatos oscilan entre el realismo y lo fantástico —el Río de la Plata es fecundo en este género—, como bien lo muestran “Lapivideo®2”, “Frank Kermode” y “Para llegar a D.F.W.”. Sobre este último, un fantasma irreverente, con la marca de Borges con sus juegos entre la vigilia y el sueño y la figura de escritores, hace travesuras para fatalidad de los vivos. “Frank Kermode” pone de relieve a una pareja de intelectuales que se muda varias veces mientras crece, como una enfermedad mortal, un secreto impune entre ellos.

En Fuera de lugar el escritor Pablo Brescia ejerce un proyecto narrativo que toca la sensibilidad del lector atento a los mundos crueles e imaginarios, en un puñado de historias que son de aquí, de allá y de todas partes. Sabe muy bien la lección de Borges inculcada en su mítico ensayo “El escritor argentino y la tradición”: “debemos pensar que nuestro patrimonio es el universo; ensayar todos los temas, y no podemos concretarnos a lo argentino para ser argentinos: porque o ser argentino es una fatalidad y en ese caso lo seremos de cualquier modo, o ser argentino es una mera afectación, una máscara”.

Hernán Vera Álvarez
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Crema Paraíso de Camilo Pino https://latinamericanliteraturetoday.org/es/reseñas/crema-paraiso-camilo-pino-2/ Thu, 13 May 2021 05:34:30 +0000 http://latinamericanliteraturetoday.wp/book_review/crema-paraiso-camilo-pino-2/ En momentos de revisionismo el Boom latinoamericano delata demasiada testosterona y una grosera marginalidad hacia las mujeres. Pensemos en Clarice Lispector y Silvina Ocampo que tuvieron que esperar décadas para encontrar lectores más allá de las fronteras de Brasil y Argentina. Sobre deudas todavía no saldadas sobrevuela la literatura venezolana. Esa deuda, en parte, quizá comience a pagarse durante los primeros años del siglo XXI. La crisis social y política que atraviesa el país ha generado que escritores emigren a tierras más benignas (y con un mercado) y que haya un interés por entender cuándo se jodió Venezuela. Una literatura secreta por décadas ha salido del ostracismo. En esa biblioteca fértil se amontonan el best seller La hija de la española (Karina Sainz Borgo), una tibia novela urbana como The Night (Rodrigo Blanco Calderón) junto a otras de calidad artística, sea Blue Label/Etiqueta Azul (Eduardo Sánchez Rugeles), Los días animales (Keila Vall de la Ville), los cuentos de Juan Carlos Méndez Guédez o la poesía de Raquel Abend van Dalen.

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Crema Paraíso. Camilo Pino. Madrid: Alianza, 2020. 249 páginas.

Crema Paraíso de Camilo Pino

En momentos de revisionismo el Boom latinoamericano delata demasiada testosterona y una grosera marginalidad hacia las mujeres. Pensemos en Clarice Lispector y Silvina Ocampo que tuvieron que esperar décadas para encontrar lectores más allá de las fronteras de Brasil y Argentina. Sobre deudas todavía no saldadas sobrevuela la literatura venezolana. Esa deuda, en parte, quizá comience a pagarse durante los primeros años del siglo XXI. La crisis social y política que atraviesa el país ha generado que escritores emigren a tierras más benignas (y con un mercado) y que haya un interés por entender cuándo se jodió Venezuela. Una literatura secreta por décadas ha salido del ostracismo. En esa biblioteca fértil se amontonan el best seller La hija de la española (Karina Sainz Borgo), una tibia novela urbana como The Night (Rodrigo Blanco Calderón) junto a otras de calidad artística, sea Blue Label/Etiqueta Azul (Eduardo Sánchez Rugeles), Los días animales (Keila Vall de la Ville), los cuentos de Juan Carlos Méndez Guédez o la poesía de Raquel Abend van Dalen.

Por estos días se suma a la biblioteca Crema Paraíso, de Camilo Pino. En verdad, el narrador tenía un lugar asegurado con su debut, Valle Zamuro, una novela que tocaba el tema de la explosión social conocida como el Caracazo durante 1989. A través del joven Alejandro Roca el escritor retrataba una educación sentimental en medio del caos. De ese incidente, la sociedad venezolana no saldría indemne. Su nuevo trabajo es también un fresco de época: oscila entre principios de los años ‘80 y el nuevo milenio. Las fechas producen un paréntesis donde los personajes entran y salen de la historia con sus mejores pasos de comedia —vale aclararlo: la novela es un infinito carnaval sudamericano, tan patético que desde sus entrañas sólo se destila la carcajada amarga y no menos lúcida.

La trama de Crema Paraíso es sencilla: un día Emiliano, alguien que desea estirar su juventud hasta el hartazgo, recibe una extraña proposición: veinte mil euros y una semana en Berlín si sale en un programa de televisión junto a su padre, el poeta Alfonso Dubuc. En el medio hay unas viejas cartas a una tal Ulrika que refuerzan el enigma. A partir de allí, en un juego de memoria emotiva, el poeta regresará a un congreso literario organizado en La Habana. Desde ya, no es un lugar cualquiera: estamos hablamos de cuando la ciudad cubana era un diamante que atraía con su brillo y prestigio a un rosario de intelectuales. Ellos se quedaban unos días, hacían turismo cultural (tal vez sexual) y luego iban por el mundo hablando maravillas de la Revolución.

A ese lugar va a parar el poeta venezolano que hasta hace muy poco era una promesa y hoy es un tipo que, si los colegas lo ven, prefieren cruzar de calle. Pero el viaje se volverá mítico para Alfonso, una cantera de inspiración que fundará las bases de lo que íntimamente soñó toda su vida: ser el poeta Nacional. Un busto de mármol, un relato legendario.

Cada conflicto le sirve a Pino para desmontar los mecanismos de la Revolución cubana y poner en relieve los juegos del poder literario. La estrategia es eficaz: los paneos a Ernesto Cardenal, Mario Benedetti y hasta de Fidel Castro, como ciertos rumores ponzoñosos en torno a Gabriel García Márquez y Julio Cortázar despiertan una reflexión mordaz que se vuelve una mirada cómplice con el lector. De allí que de lo narrado confluya la ficción y la no ficción, un inteligente juego que ahonda elegantemente el deliro de Crema Paraíso.

El encuentro entre Dubuc y Fidel carece de palabras épicas, no hay nada para la posteridad ni para una biopic. Sencillamente porque él sabe que en momentos de emoción la inteligencia trastabilla: todo trabajo creativo es intelectual. Y también Alfonso, como todo artista, tiene mil máscaras:

“Fidel me dio un apretón de manos y me agradeció por participar en el congreso. Yo apenas alcancé a verle la barba de pequeños rizos y responderle: ‘De nada’. Eso fue todo lo que dije: ‘De nada’. No le dije: ‘¿Cómo crees, Fidel?, para mí es todo un honor estar en el primer territorio libre de América y poder ayudar, aunque sea con mi humilde poesía a la revolución. Yo, un poeta desconocido, soy quien se debe sentir honrado de tener el privilegio de etcétera, etcétera’. No, lo único que alcancé a decir fue ‘De nada’ cuando el destello de una cámara me encandiló (¡esa maldita foto me ha salido carísima!; los idiotas radicales de la oposición la sacan a cada rato como evidencia de que soy un caballo de Troya chavista). Fidel, con su característica astucia, se dio cuenta de mi insignificancia y siguió su camino tomado de la mano con Benedetti, dejándome como el lastre de un globo que ascendía al cielo de la revolución latinoamericana”.

El viaje a La Habana de los años ’80 trazará un puente para este presente en que padre e hijo, enemigos no tan íntimos, se batan a duelo: los rencores se multiplicarán en suelo europeo, y hay un momento culminante en esta historia donde se brinda la posibilidad de cambiar un destino. Es sensible, irónico, bello, como una vida de poeta.

Hernán Vera Álvarez

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Cocodrilos en la noche de Gisela Heffes https://latinamericanliteraturetoday.org/es/reseñas/cocodrilos-en-la-noche-gisela-heffes-2/ Thu, 12 Nov 2020 23:23:43 +0000 http://latinamericanliteraturetoday.wp/book_review/cocodrilos-en-la-noche-gisela-heffes-2/ “Muchos de nosotros veremos cumplirse uno de los mayores miedos que tenemos, que no es el miedo a la muerte, sino a la organización social de la muerte. Muchos de nosotros moriremos en una cama de hospital, después de días, semanas o meses de haber sido privados de los más simples derechos humanos”, escribió el autor argentino C.E. Feiling, que falleció a los 36 años de leucemia, en una cama del hospital británico. Uno de los protagonistas de Cocodrilos en la noche, la nueva novela de Gisela Heffes, padece esa organización social de la muerte: se le extrajo todo el páncreas y pasa sus días convaleciente en una clínica del centro de Buenos Aires. Sus hijos han arribado a la capital sudamericana desde esa mitología llamada “Primer Mundo” donde residen desde hace años —uno en Estados Unidos; otro en Europa— alarmados por la enfermedad que devora lentamente aunque con voluntad sádica al mayor de la tribu.

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Cocodrilos en la noche. Gisela Heffes. Santiago de Chile: RIL editores, 2020. 107 páginas.

Cocodrilos en la noche de Gisela Heffes

“Muchos de nosotros veremos cumplirse uno de los mayores miedos que tenemos, que no es el miedo a la muerte, sino a la organización social de la muerte. Muchos de nosotros moriremos en una cama de hospital, después de días, semanas o meses de haber sido privados de los más simples derechos humanos”, escribió el autor argentino C.E. Feiling, que falleció a los 36 años de leucemia, en una cama del hospital británico. Uno de los protagonistas de Cocodrilos en la noche, la nueva novela de Gisela Heffes, padece esa organización social de la muerte: se le extrajo todo el páncreas y pasa sus días convaleciente en una clínica del centro de Buenos Aires. Sus hijos han arribado a la capital sudamericana desde esa mitología llamada “Primer Mundo” donde residen desde hace años —uno en Estados Unidos; otro en Europa— alarmados por la enfermedad que devora lentamente aunque con voluntad sádica al mayor de la tribu.

Pese a todo, ese hombre mantiene una lucidez inquebrantable. Son los otros, en este caso las enfermeras a su cuidado —a veces de una practicidad que lastima—, antiguas y nuevas parejas, los familiares y el doctor Casabilla, de cordialidad burocrática, los que están envueltos en una cotidianidad abrumadora.

Para contar esta historia, Heffes decidió elaborar una tercera persona distante que en algunos pasajes se volverá primera. El cambio de registro es otro de los aciertos de esta novela personal y abierta. “Hagamos de cuenta que el aeropuerto del que parte la protagonista no es el Bush Intercontinental de la ciudad de Houston sino el Aeropuerto Internacional de Orlando. Que la compañía aérea en la que viaja no es United (exContinental), sino American Airlines. Que la protagonista de esta novela no se llama Gisela sino Vera. Que su apellido no es Guerenstein sino Heffes. Vera Heffes”, afirma la autora. El procedimiento confecciona un mundo en apariencia alternativo que produce una tensión artística seductora. La distancia ahonda más el plano de la narración, el conflicto en el que están los personajes de la obra.

Otra característica estética de Cocodrilos en la noche es su tramado: separada por breves capítulos que informan las jornadas en que sucede la historia —DIA 1, DIA 2, etc.—, cada una de esas entradas incluyen un “Cuaderno de notas”: son apuntes personales donde Vera a veces se cansa de su personaje y el mundo alternativo, y regresa a la normalidad. Ahora Vera es Gisela:

“Miré a mi hermano y a mi cuñada, interrogándolos. Sí, está despierto. El enfermero se introdujo en la conversación. Está bajo los efectos sedativos, pero te puede escuchar. Mi padre asiente. Yo le agarro la mano. Se la agarro fuerte. Siento su fuerza en mi mano, como si esa fuerza, ese encuentro de fuerzas nos comunicara. Me acerco y le hablo al oído: le digo que todo salió bien, y que pronto muy pronto va a salir del sanatorio y todo va a regresar a la normalidad. Asiente. Le digo que mis hijos le mandaron unos dibujos y quieren hablar con él. ¿Mis hijos? ¿Cuándo me convertí en madre y mi padre, en abuelo? ¿No soy acaso yo la hija, la niña, la más chica que mi padre cuida y lleva al colegio todas las mañanas? ¿No soy yo la que necesita que la besen y cuiden?”.

Lo que nos dice el autor en esta historia narrada desde el dolor, el recuerdo y cierto escepticismo es que la enfermedad es otra forma literaria. Y también, en ese cuaderno de notas amarillo, se ubica una novela del regreso: es la percepción de la hija nuevamente en su ciudad natal donde ahora sus calles están minadas de mierda de perro, suciedad y violencia. De esta obra, entonces, emerge un panorama social, el argentino, que se desintegra como la salud del padre capítulo a capítulo y establece una novela que, como señala Ana María Shua en la solapa del libro, es “valiosa, atractiva e interesante”.

Hernán Vera Álvarez

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