Poesía – LALT https://latinamericanliteraturetoday.org/es/ Latin American Literature Today Thu, 26 Sep 2024 18:49:28 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7 “Mi infancia transcurrió en dos edificios” y otros poemas https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/09/mi-infancia-transcurrio-en-dos-edificios-y-otros-poemas/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/09/mi-infancia-transcurrio-en-dos-edificios-y-otros-poemas/#respond Mon, 23 Sep 2024 15:02:54 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=36462 Mi infancia transcurrió en dos edificios

y en los grandes terrenos de una escuela
que ahora no se encuentra donde estaba.
De aquellas construcciones me quedan los retazos
que a veces aparecen en mis sueños,
camarotes aislados de su entorno marino.
Las casas eran ojos por los que escudriñamos la ciudad
antes de caminarla.
Mi infancia se fue por las ventanas,
balcones y azoteas, bajo un cielo
que asaltaba siempre con la duda
de por qué vivir ahí y no en otra parte
donde hubiera edificios parecidos.
Ir a la escuela era un desembarco
y volver a embarcar en otra nave
distinta de sus calles aledañas.
Allí había otros niños
que veían pasar por su ventana a la ciudad asilo.
Ella estaba allí fuera indiferente
tan imposible como aquellas ciudades
que perdieron los padres, los abuelos.
Pasear por ella y encarar su silencio
era un deseo secreto que nos alimentaba,
ya nunca el de ir más lejos.
Después de la comida ella nos dedicaba
un silencio de hombres detenidos
en distintos lugares de la calle;
mientras ellos miraban hacia arriba,
se marcharían los árboles, los postes y las casas.
A las seis de la tarde todo se reanimaba,
un río de sirvientas iba al pan.
Ellas nos conducían entre risas
porque eran vigiladas a distancia.
Nosotros no entendíamos, seguíamos sin pensar
el curso natural de aquellas venas.

 

El catalán

En mi infancia mis padres
lo fueron enterrando.
Sólo lo usaban para andar por casa.
Mi abuela en cambio,
vivía todo el día
apoyada en su lengua.
Su catalán también crecía allí,
en ese suelo árido
donde tuve dos nombres,
aquel con que mis padres me llamaron
y el de mi yo silvestre y marginal
en boca de mi abuela.
Ya no tengo ese idioma
ni ese nombre,
sólo el recuerdo del clima agreste
en que mi abuela hablaba.
Había un ruido excesivo
que me impedía saber
lo que mis padres
callaban al perderlo.
Pero yo aún escucho
su música huidiza,
me da lo necesario para ir tanteando
entre la oscuridad.
No puedo conformarme
como lo hacía mi abuela
imaginando que las palabras surgen
sólo para dar forma al pensamiento.
Necesito que me hagan tropezar,
que me fije en que no puedo ver así de golpe
y me obliguen a estar, a detenerme.

 

Mi hermano

Lo tenía que cuidar más que a mí misma.
Éramos tímidos como nuestra madre
que al sonreír desviaba la mirada
y parecía estar en otra parte.
Construíamos una barrera de silencio
para que casi nadie se acercara;
él sabía callarse y escuchar, guardarse muy adentro.
Yo únicamente imitaba el gesto
pero me era imposible salir de la extrañeza
de no poder ser niña,
de pensar que él me juzgaba al igual que mis padres
que nunca fueron niños por la guerra.
Nos recuerdo en el salón de música del kínder
muy asustados de llegar temprano y de muy lejos
cargando los abrigos y el almuerzo
como si de otro exilio se tratara,
como si esa escuela enorme fuera un tren
que quién sabe adónde iba a llevarnos.

 

Nunca nos enseñaron a ser niños

a mí y a mis hermanos,
mamá prácticamente no lo fue,
nunca jugó,
aunque de joven
hizo un poco de teatro.
Papá fue un niño dibujante
que vivía en el cine.
Por la guerra no supieron estar
con otros niños
y aunque nuestra niñez los divertía,
les provocaba asombro,
sólo podían hablarnos demasiado,
actuar ante nosotros en exceso.
Durante años su espectáculo
nos desplegó un mundo
que ellos mismos,
como exiliados que eran,
descubrían e inventaban también.

En nuestra adolescencia
sus amigos
y también los nuestros
venían a admirar
aquel ambiente extraño
como de compañía de teatro,
con abuela, muchacha
y a veces algún gato.

He andado a la deriva
cargando ese escenario,
tratando de mirar
su infausto desenlace
ya con cierta distancia
y no lo logro.

En él caminé por vez primera,
es el piso al fondo de estos pasos
que sigo dando un poco en el aire,
como habitando un sueño
del que nunca despierto por completo

 

Los dos abuelos

Para Ana

Al fin de la guerra civil española
los padres de mamá y papá
fueron a dar en Francia
a la playa de Argèles-sur-Mer,
un campo de concentración aquel entonces.
El de mamá salió de España como combatiente,
el de papá evacuando a la escuela de Ibiza
de la que era director.
Al final los dos, que no se conocían
por venir de lugares distintos
en Aragón y Cataluña,
estaban en la misma arena,
reducido su ser a ese desierto
que debió ser para muchos
el borde de ese mar.
Leo sobre la depresión
que acarreaba esa arena,
y cómo los antes divididos en corrientes
a los que reunió la adversidad,
trataron de paliarla con charlas y revistas,
circulando los libros que tenían.
Lo mismo sucedió en otros espacios
donde siguió su exilio.
Palabras y dibujos se volvieron hogares
hasta en medio del mar.
No conocí al abuelo paterno,
murió cuando papá tenía doce años,
pero quedó tan vivo en él
que dibujaba y describía
todas las películas que vio
como si fueran un refugio
y a ratos un hogar más verdadero.
Papá absorbió toda esa tristeza
de la arena sin fin
que debió ser el campo para su padre,
un hombre sensible y muy lector,
también sus ilusiones y su humor.
Papá oscilaba entre una tristeza absurda
y una alegría indescriptible,
el mundo era arena imposible de sembrar
y así nos enseñó a concebirlo.
Pero también quería al abuelo materno
a quien la arena del campo no lo afectó
de la misma manera
y no era melancólico, era agente viajero
y salía feliz a trabajar en México
en las peores épocas incluso.
Con él papá reía
porque ese abuelo lo conoció de niño
en Dominicana cuando aún tenía padre.
Su actitud vital lo liberaba,
de ese peso que él hijo de viuda
y solo sin su hermana tenía que cargar.

 

Selección de poemas tomados del catálogo de la exposición Sea of Shadows / Mar de sombras, editado por Mónica Jato y Marta Simó-Comas, que se realizó en el Instituto Cervantes (Manchester) del 14 de junio al 19 de julio de 2024.

 

 

Foto: Gilley Aguilar, Unsplash.
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Poemas de Ejercicios respiratorios https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/09/poemas-de-ejercicios-respiratorios/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/09/poemas-de-ejercicios-respiratorios/#respond Mon, 23 Sep 2024 15:02:21 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=36521 Poemas de Ejercicios respiratorios

Oficios

A Zsazsa Karl

La mensajera da unas buenas pinceladas
y lava sus herramientas con saliva humana.
Nos gusta verla dibujar paisajes como los suyos,
luces sumergidas en un bajofondo
hecho de medicina y canciones lejanas.

Adentro están lloviendo en otro idioma.
Dibuja la traducción en su cuaderno
y entonces vuelve a trabajar.

La mensajera camina en puntas de pie
de arrecife en arrecife, no sea cosa
que despierte a sus temibles criaturas.
Después vuelve a pintar con dos o tres
ballenas bajo el brazo. Y sonríe.

 

Poemas de Ejercicios respiratorios

Fanopeia

Si en el pecho se agita
aquel zorzal posado en el cable
se me despertará automáticamente
la chicharra malhumorada
del poema.

Atrapar unas cuantas ideas
para tratar de describir
la memoria sonora. Ralentizarla
hasta que la mano sostenga,
con mucho cuidado,
al pájaro del silencio
y lo libere de lenguaje
y de contenido.


Poemas de Ejercicios respiratorios


Enumeraciones

Le das de comer al fantasma,
rezás sin conocer una sola plegaria,
escupís luz al ver cómo nuestras cinturas
se abren al diseño de otro mar posible 
y la ternura, herida, agoniza en una playa.

Hay otras voces que logran
decir con mayor precisión
lo que nos gustaría haber dicho
en ese momento tan delicado,
bisagra y espectral. 

Era sólo cuestión de aprender
a escucharlas, ¿no las ves?
están ahí las voces, ahí vienen,
tal vez no importe tanto,
tu cara se borra sola
y la ternura sigue agonizando
en esa playa.

 

Poemas de Ejercicios respiratorios


Peces 

Te movías bajo el agua,
entre los diamantes y las coronas
de las botellas enterradas.
Por mi parte, intentar llamar
o al menos encontrarte, no sé,
en la calle por un ojo de gracia
era como intentar pescar en este río
con dos gramos de carnada y un kilo
de jazmines tuertos metidos en la boca.

Quiere picar. Revuelve. Tira la línea.
Pero la caña vuelve a estar quieta otra vez.

El agua corre, corre y deshace
estos pequeños dramas, esta inclinación
de perros frente al río, no sea cosa
uno se quede así eternamente,
esperando con la perseverancia
horizontal y la ilusión
de una línea recta.

 

 

Imágenes del libro Ejercicios respiratorios de Fermín Vilela.
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“Hombre Nuevo” y otros poemas https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/09/hombre-nuevo-y-otros-poemas/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/09/hombre-nuevo-y-otros-poemas/#respond Mon, 23 Sep 2024 15:01:59 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=36418 Hombre Nuevo

Grandfather tiene el mundo cubierto de esplendores conforme al hombre nuevo
grandfather tiene el mundo cubierto de conformidades
en las márgenes de su río
crecen cabezas de ajo
¿qué hiciste grandfather
cuando fuiste a la mar por primera vez?
¿jugaste con la arena y con los cubos de arena?
Grandfather me acaricia
y le salen unas alas muy hermosas esas alas tan hermosas
deberían salirme a mí.

 

Mamá y papá

Cualquier hombre con espejuelos
es mi papá
y cualquier mujer con espejuelos
es mi papá
por eso aprecio a los hombres
y me acerco a las mujeres
porque no hay nada como una persona
que sea mamá y papá
al mismo tiempo
y me duerma y me despierte
al mismo tiempo
y me bese y me sacuda
y me dé dulces
y me dé golpes
los espejuelos deben tener
la montura plástica.

 

Cemí

Te hemos visto balbuceando
En el útero.
Dando vueltas de carnero
Y contorsiones preciosas.

Te hemos mirado bien.

Cómo explicarte
Que tienes dos madres
En vez de una.

Que según la ciencia
Eres un varón
Y que a mí no me hizo falta
Ninguna ciencia
Para saberlo.

Que las semanas
Pasan volando
Y tu nombre es tuyo
Desde la semana nueve.

Cómo explicar tu nombre
Sobre una pila de nombres
Desechados
Y saber que tu nombre
Te representa
Ante el mundo
Lo mismo
Que ante nosotras.

Dame fuerzas para explicarlo todo
Y para hacerme entender
Al menos lo necesario.

 

La barriga

Frente al Mississippi
No se me notaba la barriga.

En el Motel de 75 dólares la noche
no se me notaba la barriga.

Junto a la estatua de José Martí
Con la que chocamos por casualidad
No se me notaba la barriga.

En la casa de William Faulkner
Donde me quedé fría y tiesa
Mi barriga era nada.

Con 7 grados centígrados
Parece que la barriga se esconde.

La única sopa que pude tomarme
Fue de cangrejo
Y la barriga no se dio por enterada.

Mojando un tibio beignet
En una taza de Café Du Monde
La barriga se salió un poquito
Pero nadie la vio.

Ya en el parque sobre la hierba
Goloseando unas toronjas como pelotas de fútbol
Escuché un murmullo de lo alto.

Era Mahalia Jackson
contándole algún chisme al trompetista:
“¿Viste eso, Louis?,
La muchacha que acaba de pasar
En vez de uno, tiene dos corazones”.

 

Junta las manos a la altura del pecho, inclina la cabeza levemente hacia abajo, cierra los ojos, abre la boca

Virgen de La Caridad del Cobre
Santa María de la Caridad
que viniste a nosotros
sobre las aguas
con agua en los oídos
con espinas de paz
eres mi madre
la madre de todos
nosotros juntos
tengo una vela
en la garganta.
A ti acudimos
para honrar la fuente
que se te rompió
tan rota y simple
como divina
mi amor es el amor
de un hijo huérfano.
Tu corazón de madre
es todo lo que queremos
a nosotros nos hicieron
un trasplante de corazón.
Ni ansias ni esperanzas
ni afanes ni súplicas
a ti acudimos
para que entiendas
que eres mi madre
la madre de todos
nosotros juntos.
Eres más mujer que hombre
y más hombre que mujer
por tus cojones de madre
nacieron hijos libérrimos.
La patria de tus hijos
te da la bienvenida
si nos quedamos sin patria
vuelve al mar
y constitúyela.
Mi familia
te da la bienvenida
no dejes que una familia
se separe en pedazos
los niños de la familia
han dejado de crecer.
Nunca serán jóvenes
o probablemente
nunca volverán a ser
nada
a nosotros nos hicieron
un trasplante de corazón.
La enfermedad y la marginalidad
pertenecen al presente
y nosotros no existimos
mi corazón
se llama futuro.
La iglesia
donde tus hijos asisten
tiene un sacerdote
con doscientas
caras felices
su último mensaje
fue un signo de dos puntos
seguido de un punto y coma
significa que nos hacía
un guiño.
Bendice mi iglesia
madre santísima.
La justicia sin victoria
tampoco logra existencia
hazme victorioso
y amistoso con los pueblos.
Tengo montones
de hermanos regados
en cada pueblo del mundo.
Esos también son tus hijos
fuiste muy fértil mamá.
Bendita tú eres
porque ya eres
sobre un oleaje
de mar rabioso
mátanos madre
en cuanto tengas
la más mínima oportunidad
la necesidad de un corazón
nos puede dar por cualquier cosa.
A nosotros la gloria
y el poder.

 

 

Foto: Muaz AJ, Unsplash.
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“Ofrenda de cebolla” y otros poemas https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/06/ofrenda-de-cebolla-y-otros-poemas/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/06/ofrenda-de-cebolla-y-otros-poemas/#respond Sun, 09 Jun 2024 19:03:56 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=35270 There is a romantic innocence in this longing, yes, but also an experience of someone who has lost, and is unwilling to settle for anything, anything but Panama, wherever it might be.
Ilya Kaminsky

 

Ofrenda de cebolla

 

Not a red rose or a satin heart.
I give you an onion.
It promises light
like the careful undressing of love.
Carol Ann Duffy, “Valentine”

 

No me des la rosa
No me des el páramo, las calles.
No me des el tintineo del árbol,
No me des el agua y su cofre de cristales.
No me des las espinas de lo bello,
Dame la cebolla
Esas que se cultivan en Coclé o en otras partes
Donde su piel es blanca,
Nívea como un pecho de lobezno adolescente
Parda como el plumaje de una tierrerita
Desdoblada sobre la hoja inmóvil.
No me des del labio acuoso
Ni el bosque petrificado que llevas dentro
Como una copa de vino desmadrada
Los dones terrenales y celestiales
Que la creación te fue otorgando
Con las espigas demolidas,
Mejor el cráter nocturno
La cereza pálida
El venado derretido que alza los cuernos
En los festines de la cama
Olorosos como la canela llevada en el desierto
El sexo en el pico del ave
Que va goteando el semen táctil
O la enjundia del misticismo en la semilla.
Prefiero huir de tus reinos
Y dejar el servicio puesto,
Los utensilios, la comida fría
Esa es la comunión de tu cuerpo al pelarte
Al quitar la piel y ser poseso del cuchillo
Y descubrir tu carne en gajos curvilíneos
Que se abren despaciosos como un milagro
O un pacto de Dios en los corderos.
No me des nada,
Solo sembrad una cebolla aquí en mi tierra
Que el tallo vaya creciendo hasta alcanzar
La desmesura del cielo y el juicio de todos los confines.
Yo te dejo una rosa,
Te dejo los vientos, los mares, las residencias
Todo lo palpado, oído, gustado, visto y olfateado.
No me des los dones, no me des el cuerpo.
No me des las estaciones
Ni el abrigo ni el paraguas.
Arrebátame todos los vegetales del mundo
Pero no me dejes en orfandad
Sin la cebolla.

 

Enterradero del Ciprián

En este enterradero todos tenemos epitafio
Una oscura canción que nos persigue desde el pasado
hasta el presente
Como una guirnalda de pobres vegetales,
Estos muertos que me habitan a veces, que tanto cargo
Que corrijo en sus posturas, en sus gestos, en sus hábitos,
Que corren detrás de mí como el niño tras el llanto
amargo del agua
Se van navegando junto a mi sangre
Como se va escapando el invierno en su fragata.
¿A dónde se fue quedando el ropaje de nuestros
primeros abuelos
Y el disfraz de loca y pordiosera de mi abuela
Con su legajo estival después de pasar por los chamuscados
Telares del viento, si eso dicen que la locura entra por el aire
A su viento, donde todos hemos de ir con el primer
himno o la campanada
Terrena de esta suerte, de ser huérfano en la luz,
En la territorialidad y en el polvo?
¿A dónde está ella y el cruel abuelo
Que fue dispersando sus hijos por la tierra
(Vitervo, Bredio, Janeth)
Como las cuentas prófugas de un collar
Que halamos con la rabia del tiempo, con esa sacudida
De los animales que vuelven del espasmo
Cuando la noche se posa sobre nosotros
Como un gigantesco amaranto o como un pulpo
Que se ha sacado partituras con el orgasmo pétreo de su
tinta?
Oh, mis primeros muertos que el chubasco del invierno
Me trae en desordenadas imágenes
Donde se contemplan el bestiario de las musas
Si no he podido contemplar la levadura de sus huesos
¿Dónde está su tumba, abuela inmemorial de maíz y greda
Marcaria Espinoza la que se fue sin ataúd
Sólo con la mortaja de llanto de sus hijos ausentes
En su humildad y en su locura?
Nosotros abandonaremos estos cuerpos, habitaremos
estas burbujas
Que el invierno escupe.
Habrá tumbas desde el cielo a la fragata,
Nos hospedaremos en tu casa y seremos todos tan reales
y desconocidos.
Éste es tu enterradero de El Ciprián, donde todos
tendremos epitafio.

 

Marcaria Espinoza

 

Y en su vientre nos reunimos en un llanto compacto
Eugenio Montejo
A Mamá

 

Todos colocados en la misma escena.
En las esquinas los nietos
Y a los lados los hijos de ella (amortajada como una novia).
Yo estoy en el fondo de su pecho
Naciendo de su cuello como un tumor
O como una prismática vena.
Los poetas nacemos de los torrentes más extraños.
Dicen que el olvido presionará el disparador.
De esta nueva Lumix saldremos todos: la familia que
nunca fuimos.
La que se quebró como un espejo y donde se diseminó
Como un rio de larvas, la memoria.
Aquí cada uno muestra su mejor sonrisa
Y otros su disimulada alegría, ocultando la más notable
decadencia.
Unos tras de otros iremos faltando.
Aquí posamos con su único retrato, el que desconocemos.
¿Quién trazó los caminos de la loca?
¿Quién determinó los partos en el aire
Donde cuajaron los átomos de su maternal locura?
¿A dónde ese abuelo perverso que le arrancó
Los llantos, el hambre y la risa opacada de sus hijos?
Ella revolotea por los cielos de Las Minas
Como una cascocha en reposo,
Como un vapor de cristal en el arco del sonido.
En todas las aguas ella los busca sin hallar
Todas las teorías que fenecen en los ojos.
¿A dónde vivió? ¿A dónde fue? ¿A dónde estuvo?
Caminaba con un palo y terciaba
Las figuras moldeadas por el polvo,
Andaba con un traje limpio y con unas trenzas largas
Tejidas por la nervadura de la noche.
El humo nunca entró en sus ojos
Y se le oía cantar desde los lejos.
Abuela: voy moldeándote en cada paso por estas tierras
Con un cordel de furia
Donde no tengo nariz ni ojos ni manos en la opacidad
para palparte
Para ser como el arroz que crece como una mano de
pilón que sorbe gritos
Una enjundia de los terneros que tiritan
Acurrucos que danzan en el espacio hasta dominar el frio.
Si te he de imaginar entre las sombras
Portando la mortaja del alba en manicomio
Trazando una fábula por ese Matías Hernández en
donde te oigo llorar
Como una niña atiborrada de muñecas
Donde hay asfixia y musgo, o campanas sordas
atragantadas por el limo
Por una jofaina seca que se revienta en la pubertad del foso
Son estaciones inversas las que encuentro
En tu fervor de remolino.
Te da mucho miedo el enfermero negro.
No soy un conejo para estar comiendo tantas hojas.
Yo no he de estar aquí, he de estar en una casita de barro
Con la comida caliente y la infancia de mis hijos,
Pobres pero radiantes y mordiendo los tubérculos de la
tierra.
Mírenme aquí paciente psiquiátrica
Con expediente desaparecido.
¿Quién puede descifrar o imaginar el dolor
Que se postra en el cerebro de los locos?
Aquí estuvo y se sentaba a llorarlos en los resfriados
Y febricitancias del día.
Nunca imaginó la barba de sus hijos ni las primeras
menstruaciones de mi madre.
La queremos imaginar como era
Alta y bella como la esfinge
O como una diosa del Olimpo o una flor del Espíritu
Santo con pollera.
Se fue deslizando en un quejido agrario.
Al Ciprián fue a dar y no sabemos
El secreto de su tumba.
Posemos todos. Ella está aquí.
Tiene el vientre abultado, muy abultado.
Hemos regresado a ella.
Hemos vuelto a su vientre
Con un llanto compacto.

 

Hay una aldea hecha con los poemas de Ledo Ivo

 

Ledo Ivo es un hombre viejo que vive en Brasil y sale en las
antologías con cara de loco.
Juna Carlos Mestre

 

Ya los cangrejos caminan sobre Ledo Ivo
Sobre las casas y los sueños
O los promontorios en la tierra de Maceió,
Ya se volvió mar bajo los barcos
Y desató sus palabras como gaviotas en el muelle
Silbando esta vez ese acorde funéreo para
las carnes de Hermengarda
Para esa ebriedad que traspasa las boquitas de los
murciélagos y las colillas de cigarro
En la caverna más oscura donde tintinean las almas
como oseznos,
Donde se mancha la oscuridad con esa iridiscencia de tus
constelaciones
Increpando la resurrección del gallo,
La leche estelar de las espuelas
Y el plumaje irredento corajeando entre los patios y
entre las casas marinas
Donde los niños se sientan en el lomo del caracol
Y las niñas fijan su belleza a las estrías teologales de las
conchas.
Esta es tu aldea donde un niño llamado Ledo empezó a
escribir sus poemas en la arena
En los pétalos de la caña y en los trapiches donde el
pueblo suda
El jugo inmemorial de la caña
El jugo equinoccial de la caña
El jugo demencial de la caña
El jugo sexual de la caña
Junto al aroma infinito del cacao, junto a las flores del
cacao, junto a las semillas del cacao,
Donde
Clareas esta vez sobre las piedras, sobre el testamento de
una negra bailando samba
Silba que te silba el vals funéreo
Para las carnes de Hermengarda
Y eres tú caminando mulatamente sobre las nucas
vacilantes de los cangrejos
Sobre una iracunda hoguera de agua, sobre los pilotes
azarados
Por la espuma reinante,
Abriéndose tu palabra como un lecho de hojas,
Como una almohada de árboles sobre esos sueños gualdos
Que van a la memoria del camino y terminan en los pies
De los infantes y se ponen a correr
Y rechinan como abejas o mariposas al cuidado de la
nieve profunda,
De la nieve inventada y del sol que ordeña los milagros
de las cabras
Donde hay brujas y mujeres explicando la redondez de
la tierra
Con rituales dibujados en las esferas monacales del coco
Y muchachas extrayéndose del corazón cardúmenes de
peces.
Ya los cangrejos caminan sobre Ledo Ivo en la tierra de
Maceió.
Allá en el Brasil hay una aldea
Donde aprendió a escribir poesía
Un niño antologado con cara de loco,
Separando las patrias de las lenguas,
Emigrante e inmigrante de la lengua portuguesa
Haciéndola tierra,
Haciéndola jugo de caña
Haciéndola cacao,
Haciéndola cangrejo sobre las playas de Maceió.
Allá en Brasil hay una aldea hecha de los poemas de
Ledo Ivo.

 

Dora Diamant

 

Sólo quien conoce a Dora sabe lo que es el amor
Robert Klosptock

 

Todo había sido postergado —desde esa huida y ese
largo peregrinar—
Hasta la prisión junto a su hija en la isla de Man, por ser
una “extranjera enemiga”
Y por hacer extrañas coaliciones con el fuego. También
se alió con el mar,
Alguna vez en un balneario conoció a un escritor.
Franz Kafka la había visto a través de otros ojos
Su miedo a sujetarse una y otra vez el bañador
—la playa—estaba llena
De lugareños y turistas y había quedado en esa búsqueda
De la frase legendaria o los últimos párrafos
Para acabar la obra,
Siempre lúgubre
Siempre insatisfecho,
Ante su máquina de escribir y ante los amores inconclusos
Que alguna vez poblaron las islas de Dios
En la deriva de las páginas.
Ciertamente la encontró en la “innoble tarea” al
descamar pescados,
“Unas manos tan tiernas para tan cruel oficio”
Y ambos rieron y partieron a caminar al atardecer.
Esta Dora Diamant contaba que había otro padre
Dentro del padre de Kafka
Que se asilaba tras su mesa de negociante
A escuchar de mala gana, la prosa de aquel hijo
 Y aun así su crítica
Le hacía respirar ampliamente en los piélagos de la
mañana helada
Y aunque no hablara nada con su madre
Aún seguía esperando a los señores de negro
Alquilados para siempre en la rutina
De la cocina o el living
O en el aletear de los murciélagos en el desván.
Ya no queda un trabajo ni un jefe
Solo cuidar de la tos y las crisis, aquel el último amor de
Kafka
La actriz desde los escenarios de Moscú, en las salas de
Alemania;
Ahora en este invierno, desde el aguaviento de cualquier
lugar
Hasta esta tumba
En la United Sinagogue Cemetery de Marlowe Road, en
East Ham,
Cuando nos apoderamos de la calina
“Sólo quien conoce a Dora sabe lo que es el amor”
Lo escribió Robert Klopstock
Cuando nos asaltan las fiebres de Inglaterra
Fumando cigarrillos de contrabando;
Cuando nada queda eximido para apoderarse de los días
En que un cirio se apodera de las catedrales
Y todo se inflama como en la memoria de los cuervos,
Esos chirridos que corresponden al vecindario y la
belleza
De retener la palabra lejanía en un mantel
Puesto para el ofertorio de la tarde, así acabando
Con el silencio del silbato y la marmaja
Ahora que estoy aquí correspondiendo con una rosa
Al cuerpo, este último testimonio que se puede amar
Ante la negativa de los padres
Volviendo una y otra vez hasta el cementerio de Praga
Donde descansan los judíos muertos en la guerra,
De algún cansancio espectral, de una batida en el
holocausto
O de pulmones agotados por la tisis,
Esa expectoración cacofónica
Que persigue a Dora Diamant,
Gozando de cada día junto a él más que su obra
Y terminar en aquel acertijo de Kafka,
Cuando lo vio toser
Por última vez.

 

 

Foto: Rosie Kerr, Unsplash.
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“Bauhaus” y otros poemas https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/06/bauhaus-y-otros-poemas/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/06/bauhaus-y-otros-poemas/#respond Sun, 09 Jun 2024 19:02:47 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=34707 Bauhaus1

En Bauhaus la noche dura lo que un sueño.
Bailo en medio de un bosque oscuro.
Mis pasos suenan como palmas contra un tambor,
mis movimientos replican danzas remotas
aunque nadie lo sospecha.

A lo lejos, la luz de un cigarrillo me advierte la cercanía de alguien.
Deprisa, mi cuerpo se transforma en alas y en aire.
Me he vuelto leve e invisible
y mi presencia molesta
como una partícula de tierra en los ojos
o un soplo en los oídos.

Me introduzco en los secretos,
me poso en los rostros juveniles,
en los labios en medio de un beso,
pero nadie ha sentido el calor
ni el sonido crepitante
de una pequeña chispa entre sus labios.

La música me envuelve nuevamente
y yo sigo danzando
dantescamente
sola,
dichosa,
en la espesura y las tinieblas.

 

Música continua

Brazos deslizándose
más allá del ritmo,
pasos cortos
y ondulantes
girando hacia el origen.

La cortadora gira
intermitente
con los ojos,
rayos de sol
palpando la mirada.

Retumbo,
golpe del bajo
en los temporales
y del hacha
sobre el tronco.

Lejos,
se escancia el vino,
brota una cascada
y las chispas
reconocen el rostro.

La silla
es una balsa
que se mueve
con las ondas
terrosas del río.

La música
es ahora
trinos,
chillidos
y ulular del viento.

 

Una Bovary cualquiera

La luz penetra apenas por la ventana de la cocina.
Dos mujeres se miran,
entre el ruido blanco del cuchillo
y el aroma del ajo recién dorado.

Mientras una conversa,
la otra ve girar sus palabras
a un ritmo invariable
y su mirada se pierde.

Se ha esfumado el niño
que se aferra a su falda y llora.
En seguida percibe una música suave
y al lado de su falda un maletín.

Las boutiques se suceden,
El ambiente está cargado de
una fragancia ligera,
un trozo de verano.

Por los inmensos cristales,
la luz se escurre en curvas aleatorias,
mientras el boleto vibra
y la falda vuela.

Los flecos de la sombrilla se agitan.
Ella corre hacia la orilla,
el mar roza sus pies
y siente un cosquilleo en la espalda.

De golpe,
suena la tetera
y lacera los tímpanos
como el grito de un ave de rapiña.

Ahora, su mirada
recuerda a la de Emma
antes de asir el frasco
que apuró su partida.

 

Desajuste angular

Entrecerrados los ojos,
el prado es más verde
y el viento sopla
a un ritmo de jazmín y rosas.

Corro a velocidad media:
se ha detenido el tiempo.

Pero,
al abrir los ojos,
percibo
nuevamente
la tormenta
que horada,
gota a gota,
en escala hexafónica,
mi cálida piedra
del entendimiento.

 

Camille Claudel

Cerquillo anárquico,
mechones serpenteando.
Mirada franca y melancólica
que roza
no sé qué confines
de mármol y barro.

Camille,
estoy al lado de tus bañistas,
debajo de esa gran ola que esculpiste.
Las risas, luego del chapuzón
y los revolcones,
se han detenido.

Mis fantasmas están en la cresta
y me miran afectuosamente,
pero está muy lejos
la arena amable.

Es verdad, somos tres
y estamos cogidas de la mano.
Sin embargo,
la fuerza y la dirección
de las corrientes
mueven separadamente
nuestros sueños o pesadillas.

He logrado el equilibrio en el caos y
la vida aún se mantiene en órbita
por un delicado efecto gravitatorio.
Pero las resonancias de naufragios pasados
y una suave disonancia en la punta de los dedos
me han secado la boca
y es difícil asimilar esta onda
que se expande internamente
e intenta desbaratar
cada molécula de rocío.

No obstante,
miro La grande valse, tu figura
de esa pareja bailando al filo del abismo:
consonancia de
movimiento,
nostalgia,
magia
y locura.

Entonces,
recuerdo que es posible
inclinarse hacia la nada
sin sentir el rumor
de una flor agazapada en las piedras,
solo su aroma.

Y veo mi rostro
sumergido
en la neblina profunda
sin oír el canto de la tierra,
solo su latido.

 

1 Famosa discoteca limeña durante la década del noventa.

 

 

Foto: Clark Van Der Beken, Unsplash.
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Tres poemas para la casa de la Diosa Madre https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/06/tres-poemas-para-la-casa-de-la-diosa-madre/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/06/tres-poemas-para-la-casa-de-la-diosa-madre/#respond Sun, 09 Jun 2024 19:01:46 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=34680 Una piedra

Miro la piedra:

                                    con la mirada hago una sajadura
sobre su limpia corteza mineral.

 

La abro con otras manos
                                                  como si fuera un fruto.

 

Al interior:
                       paisajes conocidos,
remotos mundos familiares,
                                                   parentescos ocultos.

 

Hay ancestros aquí:
                                        y no los veo:
los siento.
                           Hay elementos de Amor en esta piedra.

 

La cierro.
                  La cicatrizo con otra mirada.

 

Esto ha ocurrido:
                                   un parpadeo:
sólo un puente fugaz entre miradas.

 

Vuelvo a mirar la piedra.
Siento su peso.
                            La arrojo entre las rocas del jardín.

 

Deslumbra el alto día.

 

Coloquio con la Gran Madre

Trazo sobre la tierra una inscripción con cal

y le pregunto cosas

 

–Madre le digo ahora que nadie puede oírnos

escúchame y respóndeme

 

Estoy solo y acaricio en mi boca 

estas preguntas lisas como piedras de río

Las pronuncio en voz alta como si fueran algo más que dudas

como si fueran diamantes o zafiros o rubíes enormes

o esmeraldas magníficas brillando contra el sol

 

–¿Qué soy? 

               ¿Cuál es mi origen? 

                             ¿Por qué     si me gesté en tu vientre      me lanzaste a la Nada? 

                                          ¿Cuál mi destino?

 

Y tú me miras y me das lecciones:

en la piedra     en el árbol      en el molusco     y en el pez

en la concha marina y en los petrificados huesos

del gliptodonte y el mamut

en las estampas de aves y mamíferos

que las piedras guardaron

y han tenido en tu vientre nichos de eternidad.

 

Y te huelo     te toco      te miro responder      te saboreo

y oigo tu voz que nadie puede oír

sino la oreja del alma:

 

–Vienes de mí

                    Te parí con ayuda de las Edades

                                 Eres parte de mí

                                                Y volverás a mí

                                                               : soy tu destino

Aprende

                    mientras tanto:

Mío es el misterio: tuyo el conocimiento

Mía es la eternidad y tuyo el tiempo

Míos los cambios lentos del paisaje

pero también la tumba y la catástrofe

Míos los cataclismos y el desastre

El beso de las aguas     las caricias del aire

y el abrazo violento del viento y su abrasión

Las venas transparentes de los ríos

el musgo y el desierto

la sima y la montaña

el géiser y el volcán

la caverna y el cristal

el ámbar y la mina 

y la falda de selva que me cubre

y la roca que altera la paciencia del tiempo

y hace reír a la eternidad

Tuyos los cambios repentinos

Las preguntas

Y el riesgo

 

Y mi alma lo sabe:

generaciones van     generaciones vienen 

y nuestra Santa Madre nunca es la misma

porque los ojos de las generaciones nunca han sido los mismos

aunque una generación y otra generación y otra generación

no sean otra cosa

sino invisibles capas de la hojarasca humana 

hermosamente ardidas: limpiamente apagadas: ferozmente oprimidas

entre las duras capas de la tierra

 

Y me atrevo a decir

con una voz más baja que el silencio:

 

–Soy tu creación más alta

He nacido en tu seno

En tu fecundo vientre donde se acuna el mar

donde palpita el vientre menor de la semilla

Me como la brillante verdura de las eras

Devoro a mis hermanos

Me alimento de carne y maravilla

Pero 

siempre lo supe

una vez y otra vez y otra vez

he de tornar al polvo original

para nacer de nuevo frente al rostro del sol

hasta que el sol se enfríe

y se encienda en el cielo

temblorosa de estrellas

otra interrogación.

 

 

Abismos

Mira la piedra: te hablará la Tierra.

La piedra es el espejo en que se encierra 

la humana historia: lo que fue y ha sido

y lo que habrá de ser y lo que es ido.

 

Verás la convulsión, el tajo, el sismo.

Verás el lago dulce y el paisaje,

la lenta lejanía y el ultraje 

que produjo el artero cataclismo.

 

Mira el cráter, la sima, la llanura.

Mira el mar, la montaña, el espejismo

que dibujan el tiempo y el espacio.

Oirás tu corazón que se apresura.

Y mirarás el rostro del Abismo.

Y callarás. Y te hundirás despacio

en el acantilado de ti mismo.

 

Nota del autor: Estos poemas ocupan un lugar destacado en el Museo de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México.

 

 

Foto: Linda Meisinger, Unsplash.
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Cinco poemas de El lejano oeste https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/03/cinco-poemas-de-el-lejano-oeste/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/03/cinco-poemas-de-el-lejano-oeste/#respond Tue, 26 Mar 2024 02:05:06 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=30880 Nota del editor: Wild West, la traducción al inglés del poemario El lejano oeste (bid&co, 2013) del poeta venezolano Alejandro Castro, traducido por Arthur Malcolm Dixon, secretario de redacción de LALT, ya está a la venta en el sitio web de Alliteration Publishing.

 

Cinco poemas de El lejano oeste

 

Casalta

Tengo que sobrevivirte
entre los perros que de madrugada
profieren la música del odio.
Debajo de las balas encima de la ciudad
día tras día Casalta tengo que sobrevivirte.

Pero te llevo conmigo Casalta irremediablemente
con pañales en el balcón y las aceras
tu alegría impostada y el ruido de los dientes en el frío
o quizá en el miedo de cerrar la puerta
y que por sus resquicios entre la jauría
los disparos y el merengue
como si no te importara deforestarte siempre
y encender los bombillos que regala el gobierno
para olvidar.

Quiero dejarte aquí Casalta en el poema
tapiarte con los escombros de la infancia.

Yo –mi hermano y yo– adivinando
el color de los carros en que mi padre no vendría
inventando canciones de apagón
sobreviviéndote milagrosamente
detrás de las rejas.

 

Canto a Bolívar

Ahora que todo lleva tu nombre, Bolívar,
y no es una metáfora,
vamos a poner las cosas en su sitio.

A Miranda no lo mató el bochinche sino tú.
Y Colombia se hizo grande ahíta de miserias.
Y el Olimpo que levantamos,
en alabanza para que tú reinaras,
es una barriada interminable.

Y ahora,
que te ha dado por resucitar o reencarnar,
no hay un alma que no sea alérgica
a tu nombre y eso, Bolívar,
tampoco es una hipérbole.

Tu nombre es una coartada,
un sucio billete que nada vale,
una plaza cualquiera repetida,
una esquina.

Tu nombre es un país sin mar,
el pico más alto de la cordillera más pobre / del planeta.

La única gloria en tu nombre, Libertador,
es una avenida sonora de tacones
talla cuarenta y seis.

 

03-02

a Guillermo Vargas

Frente a tu puerta vive una bruja
que ha pasado la vida preguntándose
de qué cielo viene el saxo los domingos
tanto jazz incomprensible para ambientar
el conjuro tanto blues tanto Satchmo
rudo en el estruendo de los dedos
que convocan a la muerte.
En el infierno se escucha el cielo.

A ti también te llega diáfana desde
su puerta la obscenidad de la ceniza
del velón encendido a quién sabe
qué vírgenes suicidas.

Nada describe mejor a la patria
que el infinito metro que separa tu
puerta de la suya: en mi país
el cielo y el infierno se avecinan
contagiados como en el piso tres.

 

III

a Gerardo Rosales

Papá, cuando sea grande
quiero ser pato.
Caminan raro, pero cómo nadan,
cómo se deslizan por la superficie
del lago, con qué gracia estoica
avanzan en línea hacia el matadero.

Papá, cuando sea grande
quiero ser mariposa.
Un gusano que vuela
nunca demasiado lejos
de las arañas.

Papá, cuando sea grande
quiero ser pargo.
No he visto uno vivo.
Pero fritos son deliciosos.

Quiero ser algo jugoso y muerto
sobre la mesa del último banquete.

 

VI

Voy a meterle mano a este poema.
Voy a lamerlo, voy a mentirle, voy a perder
la cabeza por este poema como si fuese
un hombre.
Voy a mirarle los pies largamente,
voy a mirarle el paquete a este poema como
si fuese de carne.
Ignoraré las señales de alerta, no podré
decidir si es amor o deseo o hastío lo que
me arrodilla frente a este poema.
Y no alzaré la mirada hasta su corazón:
me gusta el poema de la cintura para abajo.
Este poema no tiene corazón y el mío
a esta hora es del muchacho que exprime las naranjas.

Foto: Residencias Junín, oeste de Caracas, por Jonathan Mendez, Unsplash.
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Cuatro poemas https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/03/cuatro-poemas-7/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/03/cuatro-poemas-7/#respond Tue, 26 Mar 2024 02:04:53 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=30870 Girona, invierno del 14

El tiempo era el camino
David Huerta

 

Qué hacen tres hijas
con su padre
en el apenas sol
de ese bosque catalán?
Qué hace él
con ese mohín inútil
de abarcarlas
en plena marcha
raudas
sus tres guerreras?
Qué hace el Tiempo
fugándose esdrújulo
entre los pies
entre los altos chopos
y baja
sin concesiones
hacia nuestras sombras?

 

 

No es que me disgustaran las cretonas
ni las petunias
ni los claveles
ni los casi tímidos malvones
ni mucho menos las audaces margaritas junto a la reja
Mi madre les hablaba con desigual paciencia
o eso creo
porque a lo lejos veía cómo sus labios se movían
cuando con unos dedos negros de tierra
acariciaba las hojas rugosas de un geranio solitario
o señalaba el viaje curvo de los gladiolos
por la orilla de un cantero de piedras
Fue una infancia en flor
esa niñez deseada de plantas
y leves aromas que ya no están
Pero mientras caía su soliloquio de la tarde
frente a sus criaturas clavadas en el terreno
o en desvaídas macetas sin memorias
yo pensaba en las palabras
en la gracia del lenguaje y en la invención:
taco de reina
boca de sapo
ala de ángel
corazón de estudiante
enamorada del muro
A nuestro modo compartíamos el jardín
y un miedo tan irreal como posible
de que el crepúsculo
nos sorprendiese hablando solos
perplejos o aturdidos
ella en su larga conversación vegetal
yo en un eterno murmullo de voces

 

 

como latidos de un corazón
que casi todo lo ignora,
menos el amor
Vicente Aleixandre

Es tan falaz la muerte
tan obvio
su espectáculo de espuma
aunque sea
tu
mano
ajustada
a
mi
garganta
o esa paloma
que ya no es ave
junto al cordón de piedra
Su simulacro falla
cada vez que nos envuelve
esa húmeda pátina
de la tarde enamorada
Cae su máscara
cada vez que me decís
qué no darías
por rellenar el tiempo
a cuatro manos

 

 

Búfalos

Que también la escritura se convierta en un inmenso
globo de cristal y estalle
Osvaldo Lamborghini

Las palabras se deslizan
por la página
como un lento
camino de búfalos
por la sabana

Van a abrevar
a los grandes lagos
el agua bendita
abrevadero

La palabra búfalo
parece tan ajena acá

Acá es Montevideo
el centro mismo
de la ciudad
aplastada por la luz
de la mañana africana
incandescente

No sin esfuerzo
la conciencia
escucha
el trote del lenguaje
en su desliz animal

Se agrieta
un rumor amarillo
y la manada
es ya
un montón de polvo
rumbo al poema

Foto: Vista de Girona, por Dovile Ramoskaite, Unsplash.

 

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Poemas de Atrevido https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/03/poemas-de-atrevido/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/03/poemas-de-atrevido/#respond Tue, 26 Mar 2024 02:03:19 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=30862 Historia

vano cuerpo
diría piel a mano pie a carne carne
sexo cuerpo a historia

otro la que posees de dos
ausente arcada inexplorada valle
seco olfato deseo

antojo infatigable o te poseo
gózame en el extremo exacto de tu lado
afuera o adentro

figura mujer talán varón fiesta
goce piel sagrada
o vulgar existencia

sin ti nada
nada

 

 

Día 36

Ya no soy de esta manada

mis paisanos, los de mi ancestro,
sabían de ese pedacito ínfimo
que nos arroja a las maravillas
de las aguas cálidas y el aromo fresco

de nuestras mujeres, nuestros
antepasados, liberaban el brujo
de la batalla del cuerpo
que derrocha ese momentito sin trabas

los paisanos de mis ancestros
olvidaron el tú que se pierde cuando me invade
la lagartija del goce

su deleite ya no parece
ser parte de este mundo

No tengo qué,
ni a quién,
morder.

 

 

Disco 13

Si escribo trece jóvenes: La vida no vale,
nos mataron o si pongo
la policía intervino o si anoto las mujeres
no tenían mascarillas o si describo que las auxilié
en la berma o los dejé en la pista de baile
tal vez nadie recuerde nada.

No vale nada. No tengo fuerzas, ayuda papi.
Está muerto.
Abran espacio, siéntate, miedo que anida
el arresto o la multa, la culpa sin mascarilla.

Vida. Uno a uno van saliendo, sacan
heridos, vuelven y sacan muertos
han cerrado la puerta.
Todos han muerto
ahogados. Sigo en la botella. Carajo,
no vale nada. ¡Sácame!

Te reanimo y ya no respondes, ta bacán el tono.
La vida, carajo, no vale nada, lacrimógenas balas
pisco cerveza cigarro húmedo mojado mojada.

La vida no vale nada
la vida la vida vida
Vida.

 

 

Sitiado

estoy fuera del ruinoso ajetreo
no sientes el maro que bordea la frontera
repaso el débil parpadeo de mi vaporosa existencia

muevo el dedo tierno me recuestas
te recuestas

soy tuya dijiste soy tuyo dije
y nunca supimos
de la isla silenciosa de la tarde
que invadió nuestro paraje

espera en los bordes
de los límites de la indiferencia
y todavía piensa en ti

camina
sin rumba
se detiene

 

Foto: Joe Green, Unsplash.
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Poemas de Estancias de Emilia Tangoa https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/03/poemas-de-estancias-de-emilia-tangoa/ https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2024/03/poemas-de-estancias-de-emilia-tangoa/#respond Tue, 26 Mar 2024 02:02:42 +0000 https://latinamericanliteraturetoday.org/?p=30841 Sabiduría

De un bosque soy, de sus humedales.
Vivo temporadas lluviosas todo el año.
Mis días son sogas líquidas que se expanden
y nutren hojarascas con insectos desconocidos.

Voy con las hormigas a construir laberintos.
Colecciono hongos y raíces que se esparcen
en microcosmos repartidos en el arenal.
La lluvia ordena planicies en los pantanos.
El día es veloz y lento como un sol disperso.

Me rodea un albergue de troncos, un fantasma de agua.
Estoy en ruta a la estancia y camino por varaderos improvisados.
Un bote me espera en puertos momentáneos.
Me estremece una tempestad que no termina.

La gravedad deja caer nubes de gotas sobre mi cuerpo.
El agua no se detiene en su tormenta múltiple.
Aunque no tengo un paraguas extraño la garúa.
“El tiempo es asunto de la lluvia”, dice mi madre.

 

 

Viento de Santa Rosa

En agosto se espera un viento despojado de poder
sin excesos que levanten olas y desaten las canoas.

Aunque la televisión anuncia ventarrones nunca vistos,
no hay señales del paso de la santa limeña.

Por alguna razón las copas de las lupunas
son las primeras en escuchar su voz ronca y agitada.

Los vientos en el trópico hablan con los moradores
y evocan relatos de ribereños residentes en casas flotantes.

Muchos han visto volar los techos de las casas de cartón
y resisten olas para evitar hundir sus balsas de topa.

La patrona de la policía nacional pasa sin dejar rastros.
¿Dónde está su rugido que tanto esperamos y tememos?

Hace años la escuchamos tumbar ramas, arrasar techos de plástico.
A fines de agosto se espera que ella cruce la ciudad en calma.

Es probable que la leyenda de la Santa de Lima
prolongue los misterios de un posible huracán.

Foto: Khamkéo Vilaysing, Unsplash.
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